martes, octubre 17, 2006

federico garcía lorca. duende es un poder y no un obrar, es un luchar...

homenaje II
esta mañana no sé quién lo recuerda...
«no hay poesía escrita sin ojos esclavos del verso oscuro ni poesía hablada sin orejas dóciles, orejas amigas donde la palabra que mana lleve por ellas sangre a los labios o cielo a la frente del que oye.
de todos modos hay que ser claro. yo no vengo hoy para entretener a ustedes. ni quiero, ni me importa, ni me da la gana. más bien he venido a luchar. a luchar cuerpo a cuerpo con una masa tranquila porque lo que voy a hacer no es una conferencia, es una lectura de poesías, carne mía, alegría mía y sentimiento mío, y yo necesito defenderme de este enorme dragón que tengo adelante, que me puede comer con sus trescientos bostezos de sus trescientas cabezas defraudadas. y ésta es la lucha; porque yo quiero con vehemencia comunicarme con vosotros ya que he venido, ya que estoy aquí, ya que salgo por un instante de mi largo silencio poético y no quiero daros miel, porque no tengo, sino arena o cicuta o agua salada. lucha cuerpo a cuerpo en la cual no importa ser vencido.» federico garcía lorca, un poeta en nueva york (conferencias).

5 de junio de 1898 - 19 de agosto 1936

1 comentario:

Lázaro Vuelto dijo...

En homenaje a esa lucha cuerpo a cuerpo de la que habla Federico, incluimos estas palabras dedicadas poe Derrida a Celan:

...lo que sugiero es que no se apropia una lengua sino para soportar un cuerpo a cuerpo con ella. Lo que trato de pensar es un idioma (y el idioma quiere decir lo propio justamente, lo que es propio) y una firma en el idioma de la lengua que hace al mismo tiempo la experiencia de la inapropiabilidad de la lengua...
...que la escritura poética advenga, es decir sea un acontecimiento que marque la lengua...
... también en el sentido en que la hace moverse, en que le deja una
suerte de cicatriz, de marca, de herida...
...en la cesura, la elipsis, la interrupción...
... Hölderlin es una de sus grandes referencias. ¿Qué cosa es “habitar una lengua”, allí
donde se sabe que no hay nada propio en ella, que no es posible apropiarse una lengua...

... Aun cuando no se tiene más que una lengua materna y uno está enraizado en su lugar de nacimiento y en su lengua, aun en ese caso, la lengua no pertenece. ...No dejarse apropiar hace a la esencia de la lengua. La lengua es eso mismo que no se deja poseer,pero que, por esta misma razón, provoca toda clase de movimientos de apropiación... Porque ella se deja desear y no apropiar, pone en movimiento
toda clase de gestos de posesión, de apropiación.
... a partir del momento en que respeto y cultivo la singularidad del idioma, es que lo cultivo como “mi casa” y “la casa del otro”, es decir que el idioma del otro (el idioma ante todo es otro,
incluso para mí, mi idioma es otro)

...Llamaría poeta a aquel que hace la experiencia de esto lo más en carne viva. Quienquiera que haga en carne viva la experiencia de esta errancia espectral, quienquiera que se entregue a esta verdad de la lengua, es poeta, escriba o no poesía. Se puede ser poeta en el sentido estatutario del término en la institución literaria, es decir escribir poemas en el espacio que se denomina “la literatura”. Llamo poeta a aquel que hace el pasaje con acontecimientos de escritura que dan un cuerpo nuevo a esta esencia de la lengua, que la hace aparecer en una obra. No quiero tomar esta palabra “obra” en un sentido fácil. ¿Qué es una obra? Crear una obra es dar un nuevo cuerpo a la lengua, dar a la lengua un cuerpo tal que esta
verdad de la lengua aparezca allí como tal, aparezca y desaparezca,
aparezca en retirada elíptica.
... El acto poético constituye, por lo tanto, una suerte de resurreción: el poeta es alguien que tiene que tratar
permanentemente con una lengua que se muere y que él resucita, no
ofreciéndole un verso triunfante sino haciéndolo regresar a veces, como un resucitado o un fantasma: él despierta la lengua y para tener verdaderamente en carne viva la experiencia del despertar, del retorno a la vida de la lengua, debe encontrarse muy cerca de su cadáver. Debe estar lo más cerca posible de sus restos, de sus despojos.
... El poeta es alguien que se da cuenta de que la lengua, su lengua, la que heredó en el sentido que acabo de decir, corre el riesgo de convertirse en
una lengua muerta y, por lo tanto, que tiene la muy grave responsabilidad de despertarla, de resucitarla (no en el sentido de la gloria cristiana,sino en el sentido de la resurrección de la lengua), ni como un cuerpo
inmortal ni como un cuerpo glorioso, sino como un cuerpo mortal, frágil, algunas veces indescifrable...
Nada asegura a un poema contra su muerte, ya porque el archivo puede siempre ser quemado en hornos crematorios o en incendios, ya porque, sin ser quemado, sea simplemente olvidado, o no
interpretado, o aletargado.
Es siempre posible el olvido.