miércoles, enero 07, 2009

limpieza forzada

752006b
After six

Hoy no quiero bocados
pringosos ni animal muerto,
no voy a fijarme metas
y espero que nadie estorbe
tan enorme silencio de la luna en el patio.

Renuncio a hacer el recuento
de mi vida, que es como todas,
y renuncio al asesinato,
de manera especial a ése
que aún me tienta, me tienta.

Un baño, sí, cigarrillos,
té claro y algunas frutas:
esta noche me tocan
música y versos hasta que me canse.

Nomenclaturas, latitudes, costumbres

En la India llaman street sleepers,
un eufemismo frágil
como el blanco de sus vestidos,
a rebaños hambrientos, que al fin se acuestan
—hacemos así a las noches—
y, según el diario, amanecen
como nevadas tercas sobre las calles.

En América, no nombramos
de manera especial este vasto incendio,
que la pradera enrojece,
el periódico sacrificio
—borroso, es cierto, en la foto—
de echar campos de espigas a un mar de fuego
para hacer propicio el Mercado.

Experiencias con la percepción

En su vacío reside el uso del jarrón. Lao-Tse



Me abandono, esperando
—sin esperar cosa alguna,
según la regla,
mirando lo que aparece,
sin echarlo, sin retenerlo—
que el pensar y el querer se cansen.

Cuando puedo soy un abismo.

Lo notable del vórtice que resulta
y lo frívolo al mismo tiempo:
si el teléfono suena
seguramente eres tú.
Pero a veces también acuden comarcas, días
lejanamente habitados,
alimañas de un sueño,
desconocidas caras que, sin embargo,
se diría que saben, saben de mí.

Oh, sí, veríamos a los manes,
Si el miedo no amurallara,
O a quienes todavía ni piensa el sol.
Bastaría construir y habitar —según dicen—
Una casa mayor por dentro.

Y corrijo y vuelvo a soltarme
Cada vez: extravían
El pensamiento intruso, la limpieza forzada.

Jorge Andrés Paita
de Cuatro puertos,1976.
Fuente: Antología de la poesía argentina, Tomo III, Selección e introducción por Raúl Gustavo Aguirre, Ediciones Librería Fausto, Buenos Aires, 1979.

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